INNOVA Research Journal 2017, Vol 2, No. 9, pp. 98-110
elementos internos y externos que permitan a las empresas generar ventajas competitivas
duraderas en mercados cambiantes.
La Teoría de la Empresa basada en el Conocimiento (Nonaka, 1994; Nonaka y Takeuchi
1
995; Grant, 1996) viene a tender un puente entre la Teoría de Recursos y Capacidades
Dinámicas, partiendo de reconocer el carácter estratégico de recursos intangibles y capacidades,
justifica las propiedades del conocimiento como principal activo, específico a su entorno, de
difícil sustitución y transmisión por su naturaleza tácita en primera instancia (García y Navas,
2
004).
Desde el cambio de perspectiva anotado, el conocimiento y el aprendizaje se constituyen
en elementos clave para responder a los desafíos que contemplan los mercados correspondientes
a una sociedad inmersa en la economía del conocimiento (Castello, 2002), también llamada
sociedad del conocimiento (Olivé, 2006), caracterizada por la relevancia del capital intelectual,
el uso intensivo de las tecnologías de la información y comunicación, donde sin duda alguna, la
conectividad a la red de internet, ha transformando la forma de trabajar y aprender, en tanto el
acelerado flujo de información convertido en conocimiento, altera las bases para la toma de
decisiones, y en paralelo las relaciones económicas, sociales y culturales.
El conocimiento se ha posicionado como factor de producción, de ahí la relación con el
aprendizaje a nivel organizacional en los procesos de adquisición, generación y transferencia, en
tanto pueden impulsar y consolidar en las empresas verdaderas capacidades dinámicas que
influyen en el desempeño.
Mediante el aprendizaje, las empresas pueden desarrollar rutinas a nivel organizativo, las
cuales por su particularidad, es decir propias del entorno en el que se originan, pueden ser de
difícil identificación y transmisión a tercero, esto convierte a las rutinas o actividades derivadas
del aprendizaje organizacional en activos estratégicos internos (Wernerfelt, 1984; Barney, 1986;
Grant, 1991; Amit y Schoemaker, 1993).
2
.2 El aprendizaje como factor diferenciador en las organizaciones
El conocimiento organizacional es reconocido como un activo estratégico, en tanto se
manifiesta como recurso prioritario en la creación de valor para las empresas, “permite innovar y
mantener de forma continua posiciones de ventaja en el mercado” (Calero, 1999, p. 64).
La adquisición de nuevos conocimientos está ligada a la capacidad de aprendizaje, en
otras palabras, adquirir conocimiento implica un proceso de aprendizaje. Siguiendo a Tejedor y
Aguirre (1998) el aprendizaje como proceso articula conocimiento y habilidades, aportando
nuevos conocimientos. Para Garzón y Fischer (2010), el aprendizaje implica crear, organizar y
procesar información para generar nuevos conocimientos, de tal manera que los individuos
puedan tomar mejores decisiones en función de tal aprendizaje.
Siguiendo a Nevis, et al. (1995), el aprendizaje permite incorporar nuevos conocimientos
y mejorar procesos, por tanto la asignación de recursos para fomentar dicha capacidad se
constituye en una prioridad para el diseño de estrategias. En éste sentido, partiendo del aumento
Revista de la Universidad Internacional del Ecuador. URL: https://www.uide.edu.ec/
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