Determinantes de la internacionalización empresarial en el sector G46 de Ecuador (2018-2021).
Siguiendo la misma línea de estudio entre el financiamiento y la internacionalización, Abor
et al. (2014), con el con el objetivo de evaluar si el financiamiento bancario influye en la capacidad
de exportación de las Pymes, utilizando un modelo econométrico Probit, demuestra que
efectivamente el acceso financiamiento de las empresas, este financiamiento sirve para cubrir
costos fijos de exportación, marketing y estándares de calidad en el extranjero. Adicionalmente,
los autores demostraron que la antigüedad de la empresa, las más productivas y las más grandes
tienen mayor posibilidad de exportar.
En general, una empresa competitiva está en mayor posibilidad de internacionalizarse.
Según Ferraz et al. (1996), la competitividad es la capacidad de una empresa para inventar e
implementar estrategias que conserven o incrementen su oferta de productos en el mercado. Esta
capacidad depende de factores internos como la capacitación técnica del personal y procesos
gerenciales, y externos como políticas públicas y la infraestructura disponible. Labarca (2007)
sugiere que la competitividad empresarial implica ser eficientes en la gestión de recursos
financieros, humanos, naturales y tecnológicos, permitiendo a las empresas competir a nivel
nacional e internacional. Asimismo, La innovación y la capacidad de adaptarse a los mercados
internacionales son elementos esenciales para la competitividad (Chang et al., 2023). La
experiencia y la capacidad para superar barreras, como las distancias psíquicas y culturales, son
factores clave en el proceso de internacionalización (Allauca, 2020).
Desde una perspectiva macroeconómica, Rojas y Sepúlveda (1999) dividen la
competitividad en espúrea (legítima) y auténtica. La competitividad espúrea se basa en
desequilibrios como la sobreexplotación de recursos naturales y mano de obra barata, mientras que
la competitividad auténtica busca combinar un mejor nivel de vida con un desarrollo sostenible.
Desde la perspectiva microeconómica, Bañón y Aragón (2008) destacan la capacidad de una
empresa para alterar los mercados mediante su conducta o resultados, basándose en recursos
críticos como la tecnología, talento humano y procesos.
Siguiendo en la línea microeconómica de la competitividad, Corona (2002) la define como
una variable multifactorial que implica formación empresarial, habilidades administrativas,
laborales y productivas, gestión, innovación, e incluso desarrollo tecnológico. La competitividad
requiere varios arreglos institucionales y la inclusión de estrategias del mercado, así como un
análisis de las capacidades y recursos internos frente a la competencia. La competitividad hace
referencia a una ventaja que se basa en el dominio por parte de una empresa de una característica,
habilidad o conocimiento que incrementa su eficiencia y permite llegar a distanciarse de la
competencia (Corona, 2002).
Las teorías de internacionalización proporcionan un marco conceptual para entender este
fenómeno. El Modelo de Internacionalización de Uppsala, desarrollado por Johanson y Vahlne
(
1977), sugiere que las empresas incrementan su participación en mercados internacionales de
manera gradual, adquiriendo experiencia a lo largo del tiempo. Este modelo identifica cuatro
etapas que las empresas siguen para participar en el extranjero: actividades de exportación no
regulares, exportación por medio de agentes, establecimiento de una filial de venta en el extranjero
y producción o fabricación extranjera.
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Revista de la Universidad Internacional del Ecuador. URL: https://www.uide.edu.ec/
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