INNOVA Research Journal, ISSN 2477-9024  
(
Mayo-Agosto 2021). Vol. 6, No.2 pp. 62-76  
Correo: innova@uide.edu.ec  
El aprendizaje cooperativo y sus implicancias en el proceso educativo del siglo  
XXI  
Cooperative learning and its implications in the 21st century educational  
process  
Silvia Maritza Medina Bustamante  
Recepción: 18/12/2020 | Aceptación: 12/03/2021 | Publicación: 10/05/2021  
Cómo citar (APA, séptima edición):  
Medina Bustamante, S. M., (2021). El aprendizaje cooperativo y sus implicancias en el proceso  
educativo del siglo XXI. Innova Research Journal, 6(2), 62-76.  
https://doi.org/10.33890/innova.v6.n2.2021.1663  
Resumen  
El presente artículo analiza el aprendizaje cooperativo en estudiantes de educación básica y sus  
beneficios para mejorar los procesos en el aula y el rendimiento escolar. Se basa en la revisión  
sistemática de investigaciones con estudiantes de los niveles inicial, primaria y secundaria,  
resaltando su ventaja frente a los modelos individualistas y competitivos que se utilizan  
tradicionalmente. La información ha sido tomada de artículos científicos publicados en revistas  
indexadas en bases de datos como Scielo, Redalyc, Dialnet y Google Académico, publicados en  
los últimos diez años; para la elegibilidad de los artículos y su posterior análisis se aplicó el  
protocolo Prisma. Los estudios muestran que la dinámica de cooperación entre los estudiantes  
desarrolla aprendizajes significativos, debido al tránsito de un estado de inactividad y postura  
receptiva hacia la construcción de sus conocimientos, interactuando con sus pares, con autonomía,  
liderazgo, autorregulación, respeto y tolerancia; además de ciudadanos responsables, promotores  
de una cultura de integración y de paz para el bien común. Los docentes se basan en las teorías  
socioconstructivistas, planifican y desarrollan sus actividades con elementos de cooperación; son  
los mediadores que organizan y orientan el proceso de los aprendizajes.  
Palabras claves: aprendizaje activo; autonomía; cooperación educativa; liderazgo.  
Esta obra se comparte bajo la licencia Creative Common Atribución-No Comercial 4.0 International (CC BY-NC 4.0)  
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El aprendizaje cooperativo y sus implicancias en el proceso educativo del siglo XXI.  
Abstract  
This article discusses cooperative learning in basic education students and their benefits for  
improving classroom processes and school performance. It is based on the systematic review of  
research with students at the initial, primary and secondary levels, highlighting its advantage over  
the individualistic and competitive models that are traditionally used. The information has been  
taken from scientific articles published in journals indexed in databases such as Scielo, Redalyc,  
Dialnet and Google Academic, published in the last ten years; for the eligibility of the articles and  
their subsequent analysis, the Prisma protocol was applied. Studies show that the dynamic of  
cooperation between students develops significant learning, due to the transit of a state of inactivity  
and receptive posture towards building their knowledge, interacting with their peers, with  
autonomy, leadership, self-regulation, respect and tolerance; in addition to responsible citizens,  
promoters of a culture of integration and peace for the common good. Teachers are based on socio-  
union theories, plan and develop their activities with elements of cooperation; are the mediators  
who organize and guide the learning process.  
Keywords: active learning; autonomy; educational cooperation; leadership.  
Introducción  
A lo largo de la historia, la educación ha pasado por diferentes etapas que han facilitado su  
evolución. Hace algunas décadas, las actividades las diseñaba y ejecutaba el maestro, quien  
pretendía que el estudiante, de manera individual, le demostrara sus aprendizajes,  
fundamentalmente conocimientos basados en la memoria. En los últimos años, esta situación ha  
cambiado notablemente, lo cual, obliga a los maestros a enfrentar grandes desafíos por la rápida  
producción de nuevos conocimientos, la revalorización de las diversas culturas, el mayor empleo  
de los entornos virtuales y de las TIC, en un contexto en donde el individualismo y el espíritu  
competitivo aún perduran, pero con menos eficacia, en las escuelas. De ahí, el valor de implantar  
en el proceso de enseñanza aprendizaje, la cultura de cooperación que incentive la importancia y  
necesidad de trabajar juntos en interacción, a partir del apoyo, ayuda mutua, en un ambiente  
favorable, de respeto y construcción de conocimientos.  
El aprendizaje cooperativo, aunque no es algo novedoso, toma relevancia en el campo  
educativo, como una metodología activa en el que, el éxito del estudiante depende de que logre la  
meta establecida (Lobato, Guerra y Apodaca, 2015) respetando sus particularidades y ayudándolos  
a desarrollar sus potencialidades en interacción cooperativa con sus pares. Las investigaciones en  
el campo de la educación y psicología sustentadas en teorías, permiten evidenciar de manera  
constante la superioridad y efectividad del aprendizaje cooperativo, en relación al planteamiento  
de métodos tradicionales o aquellos en el que solo se brindan situaciones para el aprendizaje  
individualista o competitivo (Mayordomo y Onrubia, 2016)  
Estas consideraciones permiten determinar como propósito para esta investigación,  
evidenciar los beneficios del trabajo cooperativo en el aprendizaje de los estudiantes, con la puesta  
en práctica de un rol docente activo, que conciba a la educación como el proceso en el que el  
aprendizaje debe gestionarse a partir de la interacción de quienes intervienen en ella como parte  
importante en el desarrollo humano, pues ello permitirá favorecer la integración, respeto a la  
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diversidad, desarrollo socio afectivo, la motivación, entre otros aspectos que se abordarán y que  
permitirán determinar entre otras ventajas, que una metodología activa como el aprendizaje  
cooperativo potenciará la práctica docente y mejorará sustancialmente el logro académico de los  
estudiantes, como lo determinan las investigaciones referidas, así como las diversas teorías del  
aprendizaje que sustentan el valor de esta estrategia didáctica.  
Desarrollo  
Orientar el modelo educativo que optimice la aplicación de metodologías hacia el logro  
significativo de los aprendizajes y la formación integral de los estudiantes, requiere comprender  
que ello se refiere a una verdadera educación de calidad. Para que así ocurra, es necesario  
considerar y establecer políticas, mecanismos y estrategias que permitan potenciar el saber  
pedagógico de los docentes, a fin de lograr la eficacia en su trabajo, que posibilite, a partir de ello,  
aprendizajes valiosos en sus estudiantes.  
El actuar educativo, sustentado en políticas y documentos normativos, conciben a la  
educación como un derecho a partir de la Declaración Universal de Derechos Humanos de las  
Naciones Unidas en 1948; posteriormente, la Convención de los Derechos del niño en 1989 y así  
a lo largo del tiempo, considerándose aún como un reto, generar en todos los estudiantes  
aprendizajes significativos con oportunidades para todos, que les permitan desarrollar su máximo  
potencial; en el año 2000 se consideraron los Objetivos de desarrollo del milenio (ODM) y el  
programa de las Naciones Unidas, de Educación para todos (EPT) hasta el año 2015 (Cueto, 2016).  
Posteriormente, la UNESCO, con el diseño de la agenda 2030 y los objetivos de desarrollo  
sostenible, aprobada en el año 2015 en Asamblea General de las Naciones Unidas, dan prioridad  
en la hoja de ruta, a la educación inclusiva y de calidad con oportunidades permanentes para todos  
en los distintos niveles. En el Objetivo 4, precisa que la educación de calidad está garantizada,  
considerando la equidad y la inclusión, buscando brindar situaciones para que el aprendizaje se  
desarrolle de manera continua. La meta 4.1 es lograr que todos los estudiantes terminen con una  
educación de calidad de manera equitativa y gratuita con aprendizajes significativos y acertados.  
La meta 4.7 plantea, entre otros, el promover a través de la educación, el valorar la diversidad  
cultural, los derechos humanos y la cultura de paz. (Naciones Unidas, CEPAL, 2018)  
En Perú, la Ley General de Educación, en su artículo 2, considera que la educación permite  
que las personas se formen de manera integral en un proceso de enseñanza y aprendizaje a lo largo  
de toda la vida; además, en el artículo 3 precisa que las personas tienen derecho a acceder a ella,  
con calidad. (Ministerio de Educación, 2003). Por ello, el Proyecto Educativo Nacional (PEN) al  
2
021, en el objetivo estratégico 2 plantea promover el logro pertinente y de calidad de los  
aprendizajes de estudiantes e instituciones educativas, lo que implica lograr las competencias  
requeridas para la formación integral de los estudiantes, con aprendizajes significativos (Consejo  
Nacional de Educación, 2006). En esa línea, las aspiraciones educativas expresadas en el perfil de  
egreso, contenido en el Currículo Nacional, señalan que deben desarrollarse competencias que  
permitan a los estudiantes, según sus características, intereses y aptitudes particulares, participar  
de manera empática, asertiva, ética y tolerante, trabajando colaborativamente hacia objetivos  
comunes, regulándose emocionalmente y en sus comportamientos, demostrando habilidades para  
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El aprendizaje cooperativo y sus implicancias en el proceso educativo del siglo XXI.  
resolver conflictos y desarrollar el trabajo en equipo, tomando decisiones con autonomía, cuidando  
de sí mismo y de los demás. (Ministerio de Educación, 2016).  
De esta forma, les corresponde a los maestros comprometerse con sus estudiantes y sus  
aprendizajes, considerando las diversas necesidades familiares, sociales, culturales y ambientales  
que le permitan aportar al desarrollo de su potencial, construyendo vínculos afectivos positivos  
(Consejo Nacional de Educación et al., 2020). Al respecto, desde el 2012, el Marco del Buen  
Desempeño Docente, en la competencia 3, desempeño 14, resalta la importancia de que el docente  
propicie oportunidades para que los estudiantes realicen trabajos en grupos, ayudándose entre  
compañeros para lograr aprendizaje con la contribución de todos sus miembros (MINEDU, 2018).  
Entonces, desde el inicio de la escolaridad, se pretende dar atención a todos los estudiantes, según  
sus ritmos y estilos de aprendizaje, buscando fortalecer entre ellos, las relaciones de cooperación  
para el desarrollo de competencias.  
Teorías relacionadas con el aprendizaje cooperativo  
Diversos estudios, dentro del campo educativo, destacan la importancia del aprendizaje  
caracterizado por la cooperación, sentándose las bases y principios de éste en el campo de la  
psicología social. Thorndike (1938) es uno de los que trabajó investigaciones para determinar si  
trabajar la resolución de problemas de manera cooperativa era mejor que hacerlo de forma aislada;  
concluyendo en la superioridad de dos cabezas, frente a una. Unos años después, Deutsch (1949)  
señaló que en el aprendizaje cooperativo existen dos aspectos básicos, la unidad de meta y la  
colaboración para llegar a ella entre los que participan, en un proceso de interacción (García,  
Traver y Candela, 2019).  
En este proceso histórico en el que, además, se dan espacios para el aprendizaje competitivo  
e individualista, cobra mayor interés el aprendizaje cooperativo como metodología activa desde  
fines del siglo XX a la fecha, por sus aportes en lo académico, psicológico, cognitivo, sociológico  
y más (Juárez, Rasskin y Mendo 2019). Estas investigaciones fueron trabajadas por (Johnson,  
Johnson y Holubec 1999) y son tomadas por muchos como referentes, pues con sus aportes,  
establecieron entre otras consideraciones que, para que se pueda trabajar de manera cooperativa,  
es necesario identificar elementos o dimensiones que se deben tener en cuenta para que se realice  
un trabajo cooperativo efectivo y con ello se produzca el aprendizaje.  
Los aportes de las teorías del aprendizaje permiten fundamentar la importancia del  
aprendizaje cooperativo. Así tenemos a Jean Piaget, precursor de la teoría cognitiva, quien  
desarrolló la tesis de que, el modo de pensamiento de los niños, va cambiando con el tiempo y las  
acciones que experimenta, señalando que estos procesos del pensamiento tienen influencia en la  
conducta y que el aprendizaje resulta de la activa participación de la persona en la construcción  
del conocimiento gracias a las experiencias física e intelectual en un proceso activo que se produce  
constantemente (Olmedo y Farrerons, 2017). Cuando ocurre la generación de conflictos cognitivos  
es que surge la necesidad de aprender, llevando a nuestro cerebro a buscar nueva información y  
explicaciones que conecten con la que estaba almacenada en nuestro cerebro (Bringas, 2018). Por  
ello, es fundamental la interacción social para potenciar las estructuras intelectuales superiores,  
generar los conflictos cognitivos y como resultado de la confrontación de las diferentes  
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perspectivas de sus integrantes, se logren reestructurar los aprendizajes, encontrando soluciones y  
asimilando puntos de vista diferentes, llevando ello, a producciones intelectuales de mayor valor.  
El paradigma que propone Vygotzky, pionero de la perspectiva sociocultural, se focaliza  
en el desarrollo humano, que se produce con la interrelación de la maduración orgánica con la  
historia cultural. Sostuvo que cada persona desarrolla competencias que aprende de otras, dentro  
de la sociedad en la que se desenvuelve y los diferentes grupos en los que interactúa (Gallegos,  
1
997). Su aporte fundamental es el de la zona de desarrollo próximo, en el que cada estudiante  
aprende una gama de aspectos relacionados con su nivel de desarrollo, existiendo otros que solo  
pueden ser interiorizados con el apoyo de un adulto o con un par más destacado, esta interacción  
permitirá que, al aprender un día con la ayuda de alguien, pueda hacerlo luego por sí solo. Sostiene,  
además, que el lenguaje es el medio que permite el desarrollo de diversas habilidades mentales  
como la memoria, atención, concentración; así también, propone la necesidad de la “mediación”  
como el “puente” para que las estructuras mentales se modifiquen y se pueda llegar al nuevo  
conocimiento, siendo indispensable para que se produzca el aprendizaje, la interrelación entre las  
personas y el ambiente (Bringas et al., 2018). El aprendizaje cooperativo permite que el lenguaje  
se vea fortalecido y promueva entornos favorables al brindarse la ayuda y apoyo de manera mutua.  
Ausubel considera que el aprendizaje se da en un proceso en el que se relaciona  
información nueva con algún aspecto que ya existe en la estructura cognitiva de una persona, de  
relevancia para el material que se quiere aprender, cuando es capaz de darle a un contenido el  
significado, se construye el aprendizaje (Guerrero, 2014). Este, en tanto sea relevante, se relacione  
con su entorno, cultura, ambiente, despertará su interés, será significativo para el estudiante, tendrá  
sentido y no se le olvidará fácilmente, considerando como un factor importante del aprendizaje el  
conocimiento previo que poseen los estudiantes para obtener otros nuevos (Bringas, et al., 2018).  
El aprendizaje cooperativo promueve los aprendizajes significativos al permitir interacciones  
donde pueden asociar las ideas que ya tienen con las nuevas que obtienen de sus compañeros,  
logrando procesar y comprender mejor los conocimientos, generando satisfacción, interés por  
aprender, nuevas estrategias de aprendizaje en un clima de trabajo positivo que el docente debe  
motivar para la activa participación de los estudiantes (Díaz y Hernández, 2015).  
Aprendizaje cooperativo  
En el mundo globalizado en que vivimos, la educación requiere potenciar prácticas que  
estimulen la convivencia entre las personas con diferentes habilidades, características  
socioculturales, académicas; en ese sentido, el ejercicio pedagógico que promueve el aprendizaje  
cooperativo desde temprana edad, ayuda en la formación integral de los estudiantes. Esta  
metodología, según La Prova (2017), nace por los años 70 en Estados Unidos ante la necesidad de  
atender en el ámbito educativo, situaciones que lleven a la socialización y a una saludable  
convivencia, siendo así como, a través de los años, se trabajan las competencias para ello, debido  
a que son necesarias las habilidades interpersonales para la cooperación en el trabajo grupal, el  
aprendizaje y la responsabilidad con respecto a otros compañeros (Martínez y Sánchez, 2020).  
Se parte de la idea de que el aprendizaje, según Sáez (2018) es considerado como el proceso  
en que una información es asimilada, observándose un cambio en el comportamiento. Para que se  
produzca y sea significativo, deben considerarse, la necesidad de aprender, la motivación, la  
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El aprendizaje cooperativo y sus implicancias en el proceso educativo del siglo XXI.  
preparación para el aprender, entre otros, mediante un proceso de construcción personal y grupal,  
participando directamente y de manera activa. Supone un cambio en las representaciones a nivel  
mental obtenido como resultado de la experiencia. (Heredia y Sánchez 2020) El término cooperar  
se entiende como el trabajo desarrollado en equipo para lograr objetivos comunes que generen  
beneficios a nivel personal y grupal.(Johnson et al., 1999).  
El aprendizaje cooperativo es una estrategia educativa que se está potenciando en las  
últimas décadas, pues se le considera como la herramienta pedagógica que permite atender las  
necesidades de las personas del presente siglo (Azorin 2018), enseña a los estudiantes a trabajar  
de manera conjunta y organizada, en pequeños grupos mixtos para desarrollar actividades  
académicas, profundizando en su propio aprendizaje con reflexiones que dejan de lado aspectos  
individualistas y competitivos, abriendo espacios a una práctica en la que se optimiza el  
aprendizaje propio y el de los demás (Johnson et al., 1999). Esta forma de organización permite a  
los estudiantes darse cuenta de que pueden aprender y lograr sus objetivos si sus compañeros  
también lo hacen (Mayordomo y Onrubia, 2016).  
García, Traver y Candela, (2019) consideran que el aprendizaje cooperativo se produce  
cuando se estructura el conocimiento en un proceso en el que las mentes se van adecuando con  
una interacción entre profesor-estudiante y entre pares. Ello permite una influencia recíproca a  
partir del intercambio de pensamientos, sentimientos, reacciones, a través de un espacio  
comunicativo en el que, mediante esa comunicación, se busca alcanzar los objetivos. Por ello, estas  
relaciones deben darse en un clima de respeto y cooperación, con estudiantes que puedan tomar  
decisiones a partir de la colaboración y confianza, que apertura el deseo de aprender y estructurar  
aprendizajes significativos.  
El trabajo en equipo, por sí solo, no asegura un aprendizaje cooperativo, Johnson y Johnson  
(
2015) precisan cinco elementos o también llamadas dimensiones que son necesarias para que se  
produzca:  
Interdependencia Positiva, los integrantes de un grupo ante una tarea propuesta, reconocen  
que el beneficio del esfuerzo que realicen será personal y grupal, lo que les generará un  
compromiso con el éxito de los demás y el propio, constituyéndose en la base del trabajo  
cooperativo.  
Responsabilidad individual y grupal, donde cada estudiante se responsabiliza en cumplir  
con la parte del trabajo asignado, asumiendo el compromiso para el logro del objetivo evaluando  
el progreso del trabajo de acuerdo a éste, así como los esfuerzos individuales para identificar las  
fortalezas y necesidades de cada uno, dar ayuda y respaldo, aprendiendo juntos.  
Interacción estimuladora, los estudiantes desarrollan juntos una tarea, promoviendo cada  
uno el triunfo de los demás, ayudándose, resguardándose, felicitándose por el esfuerzo que realizan  
para lograr aprender, conectando sus aprendizajes presentes con los que ya tenían.  
Prácticas interpersonales y grupales, para que el trabajo en equipo se optimice, sepan  
cómo desempeñar la dirección y tomar decisiones, manejando adecuadamente los problemas para  
el buen funcionamiento del grupo, comunicándose en un clima de confianza y de motivación.  
Evaluación grupal, analizando en qué medida van alcanzando sus metas, en relación a un  
trabajo eficaz, reconociendo las acciones positivas y negativas para la toma de decisiones sobre  
aquello que deben conservar o cambiar, valorando el trabajo juntos hacia la mejora, para que el  
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grupo sea más eficaz. Se precisa, además, que en los grupos de aprendizaje cooperativo se busca  
un mejor desempeño a nivel individual como respuesta al aprendizaje logrado en grupo.  
Relevancia del aprendizaje cooperativo en el aula  
Los desafíos que nos presenta el siglo XXI conllevan a revalorar la efectividad de la  
cooperación ante los retos mundiales que conducen a una interdependencia global a nivel  
tecnológico, económico y ambiental que requieren enfrentarlos, viviendo en democracia,  
respetando la diversidad con relaciones interpersonales positivas que efectivicen el manejo de  
conflictos, con ciudadanos emprendedores, creativos, innovadores capaces de interactuar en  
diversos entornos y medios. Ante ello, la revisión de diversos artículos de investigación y tesis  
corroboran el impacto positivo y satisfactorio de su aplicación en los diferentes niveles y  
modalidades de la escolaridad para el desarrollo de conocimientos, habilidades, valores y actitudes,  
que requiere para enfrentarse de manera competente a la realidad cambiante de nuestros tiempos  
de empleo de tecnología, relaciones virtuales y necesidad de generar entre todos la cooperación y  
el esfuerzo coordinado para optimizar el contacto entre las personas y hacer frente a los desafíos  
de manera satisfactoria (Johnson y Johnson, 2014).  
Pevida, Dolores y Gallego (2014), a partir del desarrollo de un proyecto intercentros en  
Madrid, España, cuyo objetivo era desarrollar cambios educativos para el éxito personal y  
académico de los estudiantes mejorando el trabajo en equipo concluyen que el aprendizaje  
cooperativo ayudó a los estudiantes a ser colaboradores, tolerantes, solidarios, autónomos,  
creativos y competentes, motivándose en ellos, el deseo de superarse, integrando la diversidad  
existente en las aulas. Así también, León, Mendo e Iglesias, (2015) afirman, que el Aprendizaje  
Cooperativo interviene en las habilidades sociales del grupo considerándolo como base para  
desenvolverse de manera eficaz en las diferentes situaciones de trabajo cooperativo, con resultados  
de mayor calidad, como también señalan Cifuentes y Meseguer (2015).  
Sánchez y Casal (2016), en su artículo referido al desarrollo de la autonomía a partir de  
técnicas para el aprendizaje cooperativo, concluyen que éste logra tres aspectos esenciales: reduce  
la ansiedad, aumenta la motivación y permite atender los diversos estilos de aprendizaje. Destacan  
que estos aspectos, posibilitan en los estudiantes, sentir satisfacción al buscar y encontrar  
estrategias para lograr los objetivos propuestos, llevándolos a comprenderse mejor con respecto a  
sus fortalezas y debilidades, así como a interactuar con los demás asumiendo actitudes positivas.  
Se añade a ello, el estudio desarrollado por García-Cuevas y Hernández (2016) en el que afirman  
que el aprendizaje cooperativo también es de gran utilidad en la inclusión de estudiantes con  
trastorno de espectro autista.  
Soto (2017) concluye que el trabajo colaborativo ayuda a socializar e interiorizar los  
conocimientos en los estudiantes e influye en su rendimiento académico, recomendando fortalecer  
la integración en el aula para potenciar la inteligencia emocional. Por otra parte, esta metodología  
se puede trabajar a través del internet como lo demostró en su investigación Torres, (2017)  
evidenciando que los recursos de la red, tanto visuales como auditivos, motivan y favorecen el  
aprendizaje de idiomas extranjeros como el inglés. En el 2017, Huanca determinó que tiene efectos  
significativos en el progreso de los dominios de matemática en los estudiantes de quinto de  
primaria precisando que la interacción social permite que los conocimientos sean útiles al ser  
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El aprendizaje cooperativo y sus implicancias en el proceso educativo del siglo XXI.  
compartidos en el trabajo en equipo con objetivos comunes. Más adelante, Herrada y Baños (2018)  
amplian la idea, considerándolo como un método conveniente para enseñar matemática en  
cualquier etapa escolar, mientras que Morales, García, Torres y Lebrija, (2018) agregan que  
permite el logro de aprendizajes, la integración y desarrollo de capacidades, comportamientos y  
conocimientos, mejorándose las relaciones interpersonales y el logro, a través de la enseñanza  
recíproca entre pares, de aprendizajes de calidad.  
Los aspectos teóricos desarrollados sustentan en los resultados de las investigaciones, los  
beneficios de la aplicación de la metodología abordada y en esa orientación se recoge el aporte de  
García, et al. (2019) para entender la relevancia de un aprendizaje cooperativo y la promoción de  
éste en el proceso educativo. Ellos destacan la prevalencia de una interdependencia positiva en la  
que todos los integrantes del grupo se interesan por el aprendizaje que va logrando cada uno, a fin  
de que potencie al máximo el rendimiento. Las relaciones e interacciones entre los estudiantes  
permiten el aprendizaje de contenidos académicos, así como habilidades y conductas sociales que  
fortalecen la autoestima, empatía, integración, identidad, desarrollo social, capacidad para soportar  
tensiones y adversidades. Por ello, Johnson y Johnson (2015) señalan la necesidad del aprendizaje  
cooperativo para que los estudiantes adquieran valores, patrones de comportamiento y actitudes  
necesarios para su desenvolvimiento efectivo en democracia.  
Los grupos se constituyen con estudiantes de diversas características, ritmos, estilos de  
aprendizaje, consolidándose grupos heterogéneos, lo que genera condiciones para la aparición de  
conflictos socio-cognitivos, apareciendo en esa búsqueda de respuestas, opiniones diferentes y el  
aumento de una actividad cognoscitiva entre ellos, con la estructuración de significados y  
conocimientos compartidos (Johnson y Johnson, 2015). Los esfuerzos desarrollados para obtener  
buenos resultados les generan un mejor rendimiento y mayor productividad, retención a largo  
plazo de lo aprendido, razonando en un nivel superior y desarrollando el pensamiento crítico, con  
una comunicación asertiva, interdependencia y responsabilidad que permite al equipo desarrollar  
con éxito las tareas asignadas (León, Felipe, Iglesias y Marugán, 2014).  
Se establecen relaciones positivas entre los estudiantes, fortaleciéndose el compromiso en  
equipo, relaciones de tolerancia, respeto y solidaridad, valorando la diversidad (Johnson et al.  
1
999). Estas emociones favorables, como señala Ibarrola (2014) favorecen los procesos de  
aprendizaje, auto-motivando a los estudiantes, elemento indispensable en la mejora del  
rendimiento; potencia el liderazgo compartido, cuya meta, en cada actividad, se enfoca en realizar  
la tarea solicitada y que, al término de ella, se produzca el mayor aprendizaje posible. Zariquiey  
(
2016) enfatiza que esta metodología permite aprovechar a través de la interacción social, las  
potencialidades de cada integrante independientemente del nivel en que se encuentren. Los  
estudiantes organizan su tarea, se responsabilizan en el desarrollo de su parte, liderando en este  
aporte y compartiendo con los demás, evidenciándose un alto grado de igualdad en los roles y un  
potencial de ayuda que permite la interacción efectiva entre sus integrantes.  
Esta metodología activa, basada en la cooperación para el desarrollo de diversas tareas,  
favorece a los estudiantes en el desarrollo o potenciación de las diversas inteligencias sustentadas  
por Howard Gardner, acrecentando las posibilidades de éxito entre todos los estudiantes debido al  
incremento de experiencias educativas estimuladas en el trabajo cooperativo. Las interacciones  
establecidas permiten el desarrollo del lenguaje, así como de la inteligencia interpersonal,  
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evidenciándose en la escucha activa, habilidades sociales, empatía, manejo de conflictos con sus  
pares (Torrego et al. 2011).  
La mirada educativa actual, considera como centro al estudiante que aprende en un proceso  
de participación, interacción y cooperación, en concordancia con la dinámica de nuestros tiempos;  
por ello, está obligada a promover el empleo efectivo y pertinente de la tecnología así como de los  
entornos virtuales en la estrategia de aprendizaje a distancia de manera sincrónica o asincrónica,  
optimizando el rol activo y protagónico de los estudiantes a través del aprendizaje cooperativo,  
desterrando las diferencias culturales con las diversas formas de comunicación que se ofrecen,  
permitiendo al docente asumir el rol mediador para la gestión de los recursos y las posibilidades  
de trabajo en equipo, con un modelo educativo orientado no solo al logro de productos académicos,  
sino también a la mejora de las relaciones interpersonales y el aprendizaje a través de la  
cooperación (Rodríguez y Barragán, 2017), competencias fundamentales en una sociedad que  
requiere ciudadanos empáticos, críticos, reflexivos, con capacidad de discutir ideas en los diversos  
espacios en que se desenvuelve de manera interactiva.  
El docente y la metodología cooperativa en el aula  
Incorporar el aprendizaje cooperativo como metodología activa dentro del aula no es tarea  
sencilla, el maestro no se limita a una revisión del producto, interviene de manera directa,  
monitoreando el trabajo que va desarrollando el equipo en un modelo de enseñanza inclusivo.  
Mendo, (2019) resalta la importancia de brindarle a los estudiantes estrategias y herramientas que  
aseguren éxito en las acciones de cooperación e interacción social. En esa dirección, se hace  
necesario que el docente fortalezca sus competencias para ser agente de cambio en los estudiantes,  
ofreciéndole oportunidades para su formación plena e integral, con herramientas para el desarrollo  
de su pensamiento complejo, humano y desarrollo de sus competencias sociales (Buenfil, Alvarado  
y Barba, 2019), trabajando en el aula aprendizajes de manera cooperativa, creando un ambiente  
favorable para facilitar relaciones de reciprocidad, solidaridad, diálogo y confianza (Robles, 2015).  
Desarrollar una práctica docente desde la perspectiva de un trabajo cooperativo requiere de  
una constante reflexión y formación para llevar a los estudiantes a aprender a aprender (Serrano y  
Pons, 2014) como también lo señalan Lata y Castro (2016), resaltando la necesidad de una práctica  
reflexiva individual constante para su desarrollo profesional y mejora de su trabajo en aula,  
creando un clima de trabajo de alegría y sociabibilidad, con relaciones interpersonales afectivas,  
estados de motivacion e interés por aprender junto a sus pares y docente (Slavin 1999).  
Johnson et al. (1999) consideran necesario que los docentes puedan estructurar las sesiones  
cooperativamente, con el establecimiento de los objetivos conceptuales y actitudinales en la  
planificación de la sesión, decidiendo los materiales que emplearán y la forma como organizarán  
a los equipos en el aula. Así, cada práctica debe pasar por ese proceso de reflexión y evaluación  
sobre cómo funcionó, qué se podría implementar para mejorar la cooperación entre los estudiantes,  
teniendo como criterios las dimensiones abordadas, hasta ir adquiriendo, de manera gradual y  
creciente, la experiencia en esta estrategia compleja de enseñanza. Ayudará al docente, considerar  
el sustento de la teoría de las inteligencias múltiples, pues con esta metodología cooperativa se  
puede dar atención a todos los estudiantes, al combinarse el potencial que trae cada uno y que  
permite un aprendizaje cooperativo procesado y comprendido por ellos.  
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El aprendizaje cooperativo y sus implicancias en el proceso educativo del siglo XXI.  
Los docentes, en una clase cooperativa, deben tener en cuenta aspectos como los planteados  
por Johnson et al. (1999):  
Selección de objetivos didácticos, precisando los objetivos conceptuales que señalan los  
conocimientos que los estudiantes aprenderán y las conductas que establecerán a nivel  
interpersonal para una cooperación eficaz. Así también, los objetivos actitudinales, referidos a las  
interrelaciones que se establecerán en el trabajo colectivo.  
Selección de materiales didácticos, considerándose que la distribución de los mismos  
promueva cooperación y una interdependencia positiva que les permita trabajar juntos para el  
cumplimiento de la tarea, como el dar un solo instructivo con preguntas a cada equipo para que  
sean respondidas de manera conjunta.  
Conformación de los grupos, el docente debe tener en cuenta la cantidad de estudiantes por  
grupo, la distribución de los mismos y el tiempo de duración de los grupos. Con respecto a la  
cantidad, esta va a depender de la edad y los objetivos de la sesión, siendo lo conveniente entre 2  
a 4 integrantes. Se debe considerar que, mientras más grande es el número, las interacciones  
disminuyen; en un grupo más pequeño, el desempeño de cada estudiante se hace más notorio. La  
distribución de los estudiantes en los grupos puede hacerse al azar, determinado por el docente o  
por los mismos estudiantes. La duración de los grupos dependerá del tipo de aprendizaje  
cooperativo que se quiere lograr, puede durar una o varias sesiones.  
Disposición del aula, los integrantes de los grupos deben sentarse mirándose a la cara y  
con posibilidades de trabajar compartiendo materiales e intercambiando ideas, así como, poder  
mirar al docente sin dificultad. Entre los grupos, debe existir distanciamiento para que entre ellos  
no se interrumpan y se pueda caminar con fácil acceso hacia los materiales distribuidos en un aula  
adecuadamente iluminada y ventilada.  
Asignación de roles, para que cada integrante de los grupos conozca lo que se espera de él,  
con ello se logrará que adopten una participación activa, que entre todos los estudiantes tengan  
claridad de lo que van a desarrollar.  
Ejecución de tareas, el docente explica de manera clara la tarea asignada dando a conocer  
el resultado que se espera para que los estudiantes se orienten a ello. Se absolverán las preguntas  
de los estudiantes, mediante ejemplos para que se entienda lo que van a aprender y hacer. Cada  
integrante de los grupos debe evidenciar lo trabajado.  
Evaluación de la calidad y cantidad del aprendizaje, deben establecerse en cada sesión los  
criterios que serán evaluados, lo que permitirá al docente diagnosticar el trabajo y comprensión de  
los mismos para la retroalimentación.  
Eficacia del grupo, la reflexión sobre el trabajo desarrollado, con la retroalimentación  
respectiva, optimiza la eficacia de su actuar y el compromiso de mejorar en las nuevas sesiones  
que desarrollen. Esta reflexión los llevará a precisar las acciones que les permiten el cumplimiento  
de sus metas para la toma de decisiones con respecto a aquellas que debe modificar, potenciar o  
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continuar desarrollando. Es necesario que, en cada grupo, los estudiantes reciban la  
retroalimentación que los motiven a tomar las acciones respectivas para la mejora de su  
rendimiento y el establecimiento de nuevas metas. En este procesamiento grupal es necesario que  
todos participen en la reflexión del funcionamiento del equipo.  
El aprendizaje cooperativo, como cualquier otra estrategia, puede presentar dificultades en  
su desarrollo. Al respecto, Slavin et al. (1999) señala que se pueden superar, atendiendo a la  
situación que las origina:  
Fracaso en llevarse bien, ocurre generalmente durante la conformación de equipos que  
suele integrar a variados estudiantes de diversas características. Ante ello se sugiere que no se  
cambie de equipo al estudiante y que se le motive a trabajar contribuyendo en el éxito del mismo.  
El trabajo en pareja debe combinarse, dentro del equipo, para fijar el entendimiento de la  
importancia de su formación individual y del equipo en su conjunto.  
Mala conducta, la que puede revertirse si se estimula a los grupos con expresiones  
motivadoras, recompensas por el esfuerzo conjunto, grado de cooperación y conducta adecuada.  
Ruido, en un aula de aprendizaje cooperativo debe evidenciarse el sonido de las  
conversaciones en el interactuar de los estudiantes; la alteración de ello debe dar paso a que el  
docente haga un alto a la actividad que desarrollan para recordar que deben emplear un tono de  
voz bajo.  
Empleo ineficaz del tiempo, que podría ocurrir cuando los estudiantes se esfuerzan solo por  
terminar la parte que se les asignó y no se preocupan por los demás miembros de su grupo. Ante  
ello, se les puede estimular para que trabajen en parejas o de tres una misma actividad, verificando  
el correcto cumplimiento, apoyando al compañero que tuvo dificultad, asegurándose de que todos  
entiendan. Esto favorecerá la intención del aprendizaje cooperativo, en buscar no sólo terminar la  
tarea de manera individual, sino apoyar al compañero del grupo, buscando entender y hacer que  
todos aprendan.  
Nivel diferente de desempeño, trabajar individualmente con aquellos que presentan  
dificultad de aprendizaje para el apoyo al logro del nivel de los demás.  
Conclusiones  
Las normativas internacionales y las de cada país son las que sientan las bases del desarrollo  
de una educación de calidad acorde a los requerimientos del siglo XXI, orientada a la formación  
de personas autónomas, capaces de convivir y actuar respetando su individualidad, la de los demás  
y del entorno; para lo cual, el trabajo cooperativo se convierte en una estrategia fundamental en  
los diversos espacios educativos.  
Las teorías de Piaget, Vygotsky, Ausubel, si bien surgieron hace unas décadas atrás,  
actualmente, son las más utilizadas en la aplicación del aprendizaje cooperativo, porque  
promueven las interacciones entre los estudiantes a partir de actividades retadoras y de interés;  
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El aprendizaje cooperativo y sus implicancias en el proceso educativo del siglo XXI.  
generan conflictos cognitivos; el aprender de manera activa, crítica, responsable y modificando  
continuamente sus estructuras cognitivas y habilidades sociales al aprender cooperativamente.  
El aprendizaje cooperativo contribuye al desarrollo cognitivo y permite que los estudiantes  
se vuelvan autónomos e independientes en su aprendizaje con respecto a su maestro, promueve el  
desarrollo del pensamiento crítico, la integración y aceptación a las diferencias interculturales, el  
desarrollo socio-afectivo y la mejora del rendimiento académico, incluyendo actividades que  
requieran el empleo de entornos virtuales.  
La cultura de cooperación, a lo largo de la vida escolar, facilita la generación de ciudadanos  
responsables, promotores de una cultura de integración, trabajo en equipo con liderazgos  
compartidos y reflexión en la toma de decisiones orientados a promover una cultura de paz, en  
busca del bien común, aspectos fundamentales a trabajarse desde temprana edad ante la demanda  
de los tiempos que vivimos y en los que es fundamental la formación integral de las personas, con  
las competencias que les permitan actuar de manera pertinente.  
Con el trabajo cooperativo, los maestros despliegan una dinámica de interacción en el aula  
con equipos de trabajo formado por estudiantes; planifican y desarrollan sus actividades con  
elementos de cooperación para que ellos se apoyen mutuamente en una interdependencia positiva,  
asumiendo responsabilidades a nivel individual y grupal en la parte de la tarea asignada;  
aprendiendo en equipo tanto a comprender como resolver problemas; desarrollando habilidades  
para la comunicación, liderazgo, confianza, toma de decisiones, solución de conflictos,  
intercambio de información, análisis y reflexión; autoevaluando el logro de sus metas, problemas  
o fracasos para los cambios respectivos y la mejora de sus trabajos posteriores.  
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