INNOVA Research Journal 2017, Vol 2, No. 1, pp. 45-50
que permitían aumentar la productividad de las organizaciones, a esto se le denominó Capital
Intelectual. Stewart (1998:9), lo definió como “la suma de todos los conocimientos que poseen
los empleados de una empresa y le dan a éstas una ventajas competitiva”.
“El capital intelectual es material intelectual – conocimientos, información, propiedad
intelectual, experiencia - que se puede aprovechar para crear riqueza” (Stewart, 1998:10). En
este sentido, todo aquello que se produce con la mente se transforma en fuerza productiva, que
permite a las organizaciones alcanzar nuevos mercados o posicionarse mejor en los que ya
participa, además permite crear un mejor clima organizacional y una forma de trabajo orientada a
la producción del conocimiento.
Se debe entender, que en el siglo XXI, están quedando obsoletas las matrices
tecnológicas predominantes y esto tiene considerables efectos en los mercados y en las
estructuras organizacionales. Las TI han revolucionado a las organizaciones y han generado
nuevas formas de trabajo que requieren de gente más especializada y de mayor conocimiento. El
know-how se ha convertido en un factor totalmente estratégico del proceso de producción, y una
de las inversiones más rentables de toda la economía. En esta nueva sociedad, el capital debe
enfocarse hacia la productividad de los trabajadores del conocimiento y de los servicios, lo cual
constituye verdaderos desafíos para los diferentes sectores.
Esta es la sociedad de la incertidumbre, la “sociedad del riesgo global” (Beck 2002).
Estamos ante grandes desafíos que generan situaciones de extrema complejidad para el
desempeño organizacional, aunado a esto están factores como: la flexibilidad laboral, la
inestabilidad, las nuevas formas de trabajo, entre otros. Haciendo todo esto que captar la realidad
en su totalidad sea difícil de lograr, y por ende las organizaciones se hacen más complejas. Esto
hace necesario que las organizaciones deban trascender sus prácticas y herramientas
tradicionales; es el momento de gestionar inteligentemente la información y el conocimiento.
Ahora, ¿Qué deben hacer con su capital intelectual las organizaciones? Las
organizaciones deben construir sistemas, que permitan no sólo almacenar el conocimiento, sino
recuperarlo, trasmitirlo y crearlo. También deben crear estrategias para incentivar su producción
y uso, así como crear programas de capacitación y adiestramiento que permitan constantemente
preparar al personal para los nuevos retos que afrontan. Un sistema de incentivos basado en la
producción del conocimiento también ayuda a que el personal se entusiasme a pertenecer a esta
nueva cultura organizacional.
Para hacer todo esto posible, es necesaria la gestión del conocimiento, la cual se conoce
como "el proceso de gerenciar continuamente el conocimiento de todo tipo para satisfacer
necesidades presentes y futuras, para identificar y explotar recursos de conocimiento tanto
existentes como adquiridos para desarrollar nuevas oportunidades" (Quintas, Lefere y Jones,
1
997: 387). La gestión del conocimiento es la combinación de sinergias entre datos, información,
sistemas de información y la capacidad creativa e innovadora de los seres humanos.
Se debe entender que la gestión del conocimiento tiene dos componentes: a) el
concerniente a la gestión, el cual involucra las funciones de planificación, organización,
dirección y control de procesos para la consecución de los objetivos propuestos, según la misión
y visión de éstas; y por otra parte, b) la capacidad y el talento de los individuos y organizaciones
Revista de la Universidad Internacional del Ecuador. URL: https://www.uide.edu.ec/
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